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Profecía

cabaña1(Fuente de la Imagen)

Dicen quienes conocieron a Diego Niño que su vida era como sus actos: terca y caprichosa. Terco, terco, ¡qué hombre tan terco!, revela una anciana de ojos negros. Y es que dicen que eras terco Diego Niño. Terco y dulce. Escribía, borraba, volvía a escribir y volvía a hablar con su sonrisa irrevocable; su dulzura nos alcanzaba para ayudarnos a entender ecuaciones, triángulos rectángulos, líneas paralelas y todas esas cosas que no sirven para nada, señala otra mujer entrada en años y melancolías. Todas tus alumnas son octogenarias, algunas incluso esperan desde la otra orilla de la eternidad. Terco, dulce y coqueto, eso dicen que eras Diego Niño. Yo era un adolescente cuando venía a hablar con mi hermana; parecía que traía deseos torcidos, ya sabe, de los que tenemos los hombres enredados en el cuerpo, apunta un señor de sesenta años que sobresale por su vitalidad. Es que él era un coqueto sin remedio; a mí me dijo de todo, me escribió por meses sin éxito porque yo siempre supe darme mi lugar, interpela una anciana de ojos verdes. Dicen que luego te fuiste a aquella cabaña perdida en las montañas. El silencio ahogó tus palabras, dejaste de bañarte y la barba te creció sin tregua. Parecía una fiera salvaje, dice una señora que se persigna cada vez que te nombran. Decían que tenía el diablo metido en el cuerpo, interrumpe otra. Quizás no fue el diablo quien te llevó a esos parajes sino la poesía que te mostró el frágil y trasparente camino de la felicidad…

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Diccionario casero (B)

(Fuente de la Imagen)

(A)

Baco: dios que hace las veces de comodín en la baraja de deidades griegas y quien servía, asimismo, para justificar el alcoholismo de sacerdotes y sacerdotisas.

Bailar: moverse al ritmo de música alegre con la esposa o la hija del vecino en ausencia de este.

Bala: exitoso instrumento usado por algunos gobernantes latinoamericanos para disminuir los índices de pobreza.

Baño: cuarto en el que el adolescente inicia su vida sexual, el adulto su vida crediticia y el anciano su siesta de las dos de la tarde.

Batalla: procedimiento para trasladar fronteras cuando no fueron efectivos los insultos ni las amenazas.

Beata: mujer cuyo aspecto es similar al del gallinazo y quien entrega su vida a la oración en vista que no puede entregársela a nada más provechoso.

Beber: acción que es negativa si se hace en la soledad o en grupos pequeños pero que es positiva si la hace una nación completa. Ejemplo de ello lo evidencian los ingleses (alcohólicos por excelencia), quienes son más apreciados que los abstemios mahometanos (a quienes estos diezmaron considerablemente durante su paso por la India).

Belleza: objeto que las mujeres quieren poseer, los hombres desean obtener y los comerciantes buscan vender. (2) Cualidad de algunas mujeres que tienen la facultad de trasnochar al padre, al novio o el marido y que alegra, en contrapartida, al vecino, al compañero de universidad o al malandrín de la esquina.

Benefactor: dícese de quien regresa lo que le aburre o le causa inconvenientes continuar teniéndolo bajo su poder. (2) hombre que adquiere grandes cantidades de ingratitud y olvido a precio alto. (3) hombre adinerado que desea limpiar el origen de sus riquezas.

Beso: aquello que los hombres dicen que es nada, las mujeres denominan traición y las amantes ubican en el conjunto de los descaches. (2) palabra inventada por los presidentes para que rimara con embeleso con el fin ajustar los sonetos que redactaban al término de sangrientas batallas.

Bestia: animal bípedo que supone que viene a salvar la fauna y la flora de su pequeño hábitat. (2) animal de carga que cree firmemente que el bípedo vino a protegerlo y a salvaguardar los bienes de sus congéneres.

Bígamo: hombre que tiene dos esposas, cinco hijos, seis hipotecas, tres empleos y la férrea (y claramente errada) idea que es feliz y superior a los demás hombres.

Billete: tarjeta o cédula que da derecho de ganarse la sonrisa de los hipócritas, la amistad de los interesados, la admiración de los imbéciles y la envidia del resto de los mortales.

Blindaje: material con que se revisten los vehículos de quienes temen que la justicia pueda enderezar su paso.

Boda: ceremonia a partir de la cual se legaliza la mayoría de pecados (excepto la traición), las deudas se hacen comunes y los bienes se ponen en nombre de terceros.

Borrachera: lo que produce el poder en el débil, el dinero en el miserable, la política en los incapaces y el alcohol en el resto de mortales. (2) estado de la conciencia en el que se dice todo aquello que no se debe pronunciar, se hace lo indebido, se pierde lo que se ama y que queda inmortalizado en las redes sociales (y en las minutas de algunas estaciones de policía).

Brazo: miembro del cuerpo, que comprende desde el hombro a la extremidad de la mano. (2) ~ armado: única fracción de los partidos políticos que cumple sus promesas.

Bruja: mujer fea y desagradable que emplea métodos luciferinos para cumplir sus objetivos. (2) mujer hermosa y divertida que emplea métodos luciferinos para cumplir sus objetivos.

Bruto: Persona que comete la imprudencia de decir la verdad en el lugar indicado. (2) Bígamo.

Buena: mujer que es objeto de canciones, versos, obsequios y amenazas con el único fin de poseerla y de quien se pierde interés apenas cruza el umbral de los cincuenta.

Bueno: hombre a quien las mujeres miran con el único fin de pedirle un favor, los bravucones para agotar su ira y los profesores para que les borre el tablero o haga lo que ellos no desean hacer y de quien se pierde interés apenas cruza el umbral de la puerta.

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Confesión

(Fuente de la Imagen)

 

“No menciones el amor: bien sabes que sería profanarlo.
Déjalo ser en silencio, para que sientas la música
de los dedos que rozan una piel amada”
Darío Jaramillo Agudelo

Hasta este momento nos la habíamos arreglado para gustarnos sin tener que declarárnoslo y sin tener que explicarle a tu esposo que algunos de tus suspiros me pertenecen ni tener que decirle a mi esposa que algunos de mis pensamientos se enredan en aquel caprichoso mechón que desdeña peinillas y secadores. Hasta aquí habíamos logrado hablar sin que la vibración de mi voz o el temblor de tus dedos delataran aquel amor en ciernes, aquel embrión de ternura, que ata nuestros ojos cuando nadie nos ve. Lo habíamos conseguido hasta que hallé la manera –involuntaria e irrevocable- de desterrarlo de las cunetas del futuro (aquella entelequia en la quizás tú, en la que quizás yo, en la que quizás nosotros): lo envolví en la maraña de confesiones categóricas (todas gastadas de tanto repasarlas en mi mente) para abandonarlo, poco después, en las praderas de lo que pudo ser, en las trincheras de lo que nunca será…

(no sé por qué continúo hablando de la esperanza y del olvido; de aquellas cenizas del alma, de aquel polvo del tiempo)

Quedamos frente a la declaración, con un centenar de respuestas inútiles, una ternura extraviándose en los caminos de la prudencia y con la extraña sensación de haber cometido el peor error en el ejercicio de los amores imposibles: haber transformado una duda conveniente en una certeza inquietante…

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Delirios

delirios2(Fuente de la Imagen)

Escucho tus pasos al otro lado de la puerta. Tenía la esperanza que llegarías después que la oscuridad se hubiera filtrado por las grietas de la noche… No es necesario que llames a la puerta: siempre ha estado abierta para ti… Perdona el temblor de mi voz y la incoherencia de mis actos…

La última vez que nos vimos fue en aquel crepúsculo en el que, sentada en mis piernas, esperaste el bus ; ¿lo recuerdas? Aquella mañana llegaste con la mirada lustrosa y la mano urgente. Yo, por el contrario, sobrellevaba el desasosiego que presagia tempestades. Vinimos, después de un tanteo verbal, a besarnos en la poltrona que continúa esperándote. Al término de la accidentada refriega ajustaste cada uno de tus lunares, serenaste la incertidumbre de tu cabello y alzaste la castidad que aún centellea en tus ojos. Yo, entre tanto, te contemplaba sin saber que era la última vez que representaríamos el papel de amantes confesos…

Meses después, cuando tu ausencia se hizo cierta, encontré un poema de Rubén Bonifaz Nuño que hubiera querido susurrarlo a tu oído… ¿Quieres escucharlo?… gracias; sabía que entenderías…

¿Cuál es la mujer que recordamos
al mirar los pechos de la vecina
de camión; a quién espera el hueco
lugar que está al lado nuestro, en el cine?
¿A quién pertenece el oído
que oirá la palabra más escondida
que somos, de quién es la cabeza
que a nuestro costado nace entre sueños?

Hay veces que ya no puedo con tanta
tristeza, y entonces te recuerdo.
Pero no eres tú. Nacieron cansados
nuestro largo amor y nuestros breves
amores; los cuatro besos y las cuatro
citas que tuvimos. Estamos tristes.
Juntos inventamos un concierto
para desventura y orquesta, y fuimos
a escucharlo serios, solemnes,
y nada entendimos. Estamos solos.

Tú nunca sabrás, estoy cierto,
que escribí estos versos para ti sola;
pero en ti pensé al hacerlos. Son tuyos.

Ustedes perdonen. Por un momento
olvidé con quién estaba hablando.
Y no sentí el golpe de mi ventana
al cerrarse. Estaba en otra parte.

Tienes razón: fue un error venir… entiendo que mi apariencia desastrada y la anarquía de mis palabras te sean repulsivas… te abrazaría si no estuviera atado a la cama en la que engañé y fui atraicionado…

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A tu puerta quise llamar

puerta1(Fuente de la Imagen)

No conocí tu casa y, por ello mismo, no tuve la oportunidad de ver el postigo que te separa del mundo que te ha propinado golpes asesinos. Hace algunos años –cuando era dependiente de tus caricias- me imaginaba sacudiendo el portón con mis nudillos sangrantes al tiempo que despeinaba la oscuridad con improperios sonoros. Te veía, desde mi fantasía, asomada a la ventana con voz implorante y con las lágrimas resbalando por tus pómulos amenazantes. Mi cobardía, para fortuna del pórtico, de mis articulaciones y quizás de ti, me disuadió de lanzarme a la vergonzante empresa.

Hoy decido, en un acto de catarsis, confesarte que planeé, noche tras noches, sustraerte del pantano del sueño para gritarte -después de una tanda de dicterios- los versos de Rubén Bonifaz Nuño:

Desde aquí, junto a la oreja sorda
amo en secreto, y enmudezco.
Dicen que la vida no perdona.
A tu puerta llego, y sin mirarte,
maravillado te contemplo.

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J.

(Fuente de la imagen)

Otro aguijón en la cadena de rosas y espinas.

J.


Sé que nuestra relación fue semilla lanzada al asfalto
y que pereció en la primera llovizna de adversidades amargas
pero nuestra remota amistad no tiene porque
recorrer la misma ruta de infortunio
                                                          tú lo sabes.

Me dicen que estrenas alas de responsabilidad
en la dulce cárcel del amor
y que ahora estás lejos del muro de tristeza donde tracé mi nombre
una festiva noche de septiembre;

dicen también que amputaste la soga que encadenaba tus pasos
a las frías noches de septiembre en los que él se lanzaba por las ventanas de tu corazón

Tus sueños de mariposa trasnochada vuelan
nuevamente sobre la brisa de las oportunidades
bajo la amarilla luz del sol
                                       abrevando en el cáliz de la zozobra
como corresponde a las errantes mariposas del corazón

me encuentro
                       por mi parte
rumiando las oxidadas palabras del huerto del desengaño
-aquel vergel que todas las madrugadas cubro con excremento seco,
amargo como la sal de la vida y pestilente como la soledad en la que me hallo-.
espero que la fetidez de estas palabras no malogren la pureza de tus días
ni la tranquilidad de tus noches.

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A Johanna Carolina

Es inevitable darle paso a los recuerdos en un día como hoy.

Hace ocho años, por ejemplo, fui a la once a abrazarte y a escribir una nota al lado de la huella de un cachorro. Recuerdo que días atrás te robe el aliento con aquel teléfono que escondía en su cajoncito un poema de Darío Jaramillo y que le hablaba a la tristeza con su metálica voz (aquel año eras, además, la causante de un insomnio que se emboscaba en las sombras del amor).

Hace seis años te acompañamos, Alba, Rodolfo y yo, en el tránsito del amor recién inaugurado. La felicidad, lo recuerdo como si hubiese pasado esta mañana, labró la carretera por donde rodaban las abultadas vocales y trotaban las adustas consonantes. Nunca te vi tan radiante ni tan locuaz. Luego, cuando la noche cerró las cortinas, retorné emporio de la nostalgia a cultivar las palabras en el vergel de la evocación.

Aún puedo ver, a pesar que el río del tiempo sacude el puente sobre el que te observo, a la niña que se escondía bajo la cama cuando rugía el cielo y a la soñadora que buscaba en las solapas del viento a su príncipe azul. Desde ese mismo altozano vislumbro al soñador que me recrimina por abandonar los castillos de arena que dejé a la orilla de tus ojos.
Desde el faro que gira en la bruma del recuerdo te envío un abrazo dulzón, un inocente beso y el poema que te espera todas las noches en el cajoncito del teléfono.

Feliz Cumpleaños!!!

Poema de Amor (VI)

Tu voz por el teléfono tan cerca y nosotros tan distantes,
tu voz, amor, al otro lado de la línea y yo
aquí solo, sin ti, al otro lado de la luna,
tu voz por teléfono tan cerca,
apaciguándome, ya tan lejos tu de mi, tan lejos,
«debemos empezar una cosa y luego la otra, sin terminar ninguna»,
o que menciona un número mágico,
que por encima de la alharaca del mundo me
habla para decir en lenguaje cifrado que me amas.
Tu voz aquí, a lo lejos, que le da sentido a todo,
tu voz que es la música de mi alma,
tu voz, sonido del agua, conjuro,
encantamiento.

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Qué brusca oscuridad

Entre los recuerdos que acechan a los hombres están los aguijones que han rasguñado la brisa que los sostenía; están, asimismo, los pétalos que las espinas protegían y está el polvo que las escolta. Todos las recuerdan pero pocos hablan de ellas.

Pues bien, creo que es hora de hablar de una de ellas: les dejo con el testimonio de una rosa y sus duras espinas.

Qué brusca oscuridad…

Qué brusca oscuridad me embarga cuando te pienso distante
hija de otro suelo
vecina de otra cama!

Sé que les he dicho a los demás que me he curado de ti
igual que el leproso que se extirpa la piel atacada
y sé además que la mentira me corroe la entraña
en la mañana infestada de ratas
pero tú sabes que me cuesta decir la verdad
comunicarle al mundo que soy incapaz de olvidar al árbol herido
¿crees que puedo confesarlo e irme tranquilo al río?
Sabes que mi rivera se ha mantenido al margen del abismo
mis únicos pasatiempos son el libro y el escrito dañino
tu recuerdo ladra y maúlla en la jaula y en la ventana que da a la oscuridad
mis manos no han catado otras pieles
y mis palabras conducen a tu nunca mentado nombre…

¿qué hacemos con nuestros destinos?
los lanzamos a los lagos o a los ríos
o los mancillamos como si fueran hijos impíos

¿no tienes respuesta?
¿no sabes dónde esconder el amor que te acaricia el tobillo?
¿te avergüenza acaso el dolor mío y las palabras con las que lo describo?

No te ruborices por tan nimio conocido
él es tan pequeño que lo puedes llevar en la solapa del aire
en la medalla de la virgencita o en el segundero del reloj que te regalo tu amigo
¡llévalo donde quieras!
¡no te va a estorbar!
¡nadie lo va a notar!
¡es tan dócil que ni siquiera es capaz de hablar!
Llévatelo
¡engáñalo como si fuera un niño!
arrójalo en la esquina del maleficio
en la mitad del río subido
bótalo donde quieras
pero no vengas a mí con el ánimo partido
y con el amor medio podrido
a decirme que quieres una medialuna de salvado de trigo
y uno minutos de sexo con un amigo

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J.C.

A la mujer de este post le escribí años después este poema.

J. C.

J
como la mayoría de mujeres que han atardecido mi existencia,
cuando tu recuerdo me asalta en las noches de inusual alegría
evoco las alas que le puse a los sueños aquel jueves santo
cuento el filo de las navajas que nacieron en la heredad de aquellos días
y tu incomprensible reincidencia en la villanía de aquel Cristo sin cruz y sin devotos …

sé que odias la dársena de mi amargura y mi oscura resignación
a nadar contra la amarilla corriente del tiempo
¡sé que lo odias!…

detestas igualmente la terquedad con la que me defiendo
y los desportillados dientes que exhibo en cada argumento…

C., hoy que el racimo de años dobla la palmera de tu existencia hacia la madurez
recojo las marchitas palabras del barro de la evocación
y las lanzo al viento digital
para que naveguen por la memoria y el olvido
hasta el reducto de tu corazón
donde guardas los mensajes de este testarudo y sensible amigo tuyo…

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Breve homenaje a Alicia

Cuenta Miguel Méndez Camacho en el diario La Opinión que en su exilio en argentina tuvo la oportunidad de conversar con Borges. En una de sus visitas el abogado cucuteño le preguntó al maestro: “¿La fama anula la mezquina vanidad?”. Borges, después de una sonrisa enigmática, le dijo a Miguel que cuando publicó su libro Fervor de Buenos Aires pasaba todos los días por las librerías para preguntar cuántos libros habían vendido. “Al mes, dice Borges, tenía 17 compradores que imaginaba fervorosos lectores, con caras, cuerpo, oficio y edad aproximada, deleitándose con mi poesía”.

Cuando leí esta anécdota pensé en la dinámica que genera la tecnología y en la naturaleza de los blogs. Los que escribimos en blogs no tenemos, por ejemplo, la necesidad de ponerle nombre a nuestros lectores ya que ellos mismos se colocan uno–real o no- cuando dejan su comentario en la casilla correspondiente. Dejan, como si lo anterior fuese poco, el correo electrónico para podernos comunicar con ellos y preguntarles cómo llegaron al blog o cómo les parecen los post o el diseño del mismo. Gracias a este intercambio de información no recurrimos a la volátil imaginación para saber de dónde son nuestros lectores, cuál es su verdadero nombre, qué edad tienen, etc.

En los albores del blog mi ansiedad por conocer a los lectores me impulsó la noche del 8 de abril a escribirle a Alicia, una lectora que había entrado ese mismo día y que me había dejado comentarios por todo el blog. Después que le escribí recibí una notificación de gmail que me comunicaba que la dirección del correo no existía. Desilusionado levanté los hombros y continúe con el extravagante ejercicio de escribir pendejadas.

El 18 de abril Alicia apareció de nuevo. En esta ocasión le pedí, a través de los comentarios del post, que me escribiera al correo personal. Tres días después encontré para mi alegría un correo de ella. En respuesta a la misiva le indagué sobre el blog y la forma como llegó a él. Alicia me contestó con un correo maravilloso al que respondí con dos preguntas secas. Y así iniciamos con una correspondencia fluida de preguntas, comentarios, narraciones y anécdotas.

El 16 de mayo, después de un intento fallido, pudimos hablar por teléfono. Recuerdo que la sensación inicial era de estar frente a una catarata de palabras emanadas de una fuente cristalina de pasiones y reflexiones. Luego de acostumbrarme a que el torrente de ideas desbordara mi capacidad de filtración, me abandoné a la caricia de las palabras. Y así ha seguido siendo en las pocas ocasiones que hemos hablado por teléfono.
Nuestra amistad, por tanto, se ha cocinado en el crisol de la palabra escrita y se ha sazonado con ocasionales llamadas telefónicas.

El miércoles pasado Alicia me envió un correo contándome que no podrá visitar el blog con la misma frecuencia con la que lo ha venido haciendo durante los últimos cuatro meses. Me dice, asimismo, que los correos se espaciaran gracias a que las obligaciones le robarán el tiempo que empleaba para escribirme. Esta noticia, como se podrán imaginar, ha sembrado sombras en la curva de las vocales y hundido en las tinieblas a la rigidez de las consonantes…
Sean pues este post y el poema que abajo transcribo el homenaje a una de las lectoras más fieles de este blog y a una gran amiga.

ALICIA

Si deseas abandonar la multitud detenida en el reloj
lleva a Alicia
y cruzarás el límite de la transparencia y la pared.
Cuando en el vacío te angustie el habitual ritmo del vértigo
las pequeñas ocurrencias de Alicia
fundarán ciudades,
y mientras cambia el color de la magia y de los besos
las efigies encerradas en las monedas volverán a ser hombres.
Tu mano allí querrá alargarse para ajusticiar el sol,
¡ déjala !
todos somos poseídos por Alicia en algún instante de la vida.
Si no has sentido bajo tu piel los pasos de Alicia
recuerda que ella puede aparecer de repente.
Con la paciencia que el sueño seduce a la noche
jugando a las virtudes del mal te dormirás en secretos jardines
y entonces en tu cuerpo el dolor de las matemáticas
será un constante deleite.
Con ella
el tiempo del esclavo suelta un pájaro por la ventana.

(Víctor López Rache)

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Poema de Amor (II) (Darío Jaramillo Agudelo)

Muchas veces hemos querido abandonar el amor y el desamor-la inevitable cruz del amor-. Deseamos poner kilómetros de distancia entre ella o él y olvidarnos del aroma de sus palabras, o de la dulzura de su mirada; queremos enterrar bajo una montaña de excusas nuestra decisión de amar (si acaso alguien decide amar); queremos, en suma, aniquilar de un manotazo los minutos que compartimos con esa persona…

Después, cuando intentamos aplicar nuestro proyecto, vemos que no podemos: pesan más los exiguos minutos de felicidad a su lado; experimentamos un apaciguamiento de nuestra arrebato inicial y cedemos, irremediablemente, ante el peso de la realidad…

Poemas de Amor (II)

Podría perfectamente suprimirte de mi vida,
no contestar tus llamadas, no abrirte la puerta de la casa,
no pensarte, no desearte,
no buscarte en ningún lugar común y no volver a verte,
circular por calles por donde sé que no pasas,
eliminar de mi memoria cada instante que hemos compartido,
cada recuerdo de tu recuerdo,
olvidar tu cara hasta ser capaz de no reconocerte,
responder con evasivas cuando me pregunten por ti
y hacer como si no hubieras existido nunca.
Pero te amo.

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Dama del Alba (Raúl Gómez Jattin)

A la sombra de la demencia Raúl Gómez escribía versos fragantes de amor y de melancolía; Raúl, el viejo Raúl, aquel hombre que se lo llevo un bus en medio de una alucinación nos dejó hermosos surcos de sexo ejecutado bajo la canícula caribeña con mujeres enhiestas de deseos y de frustración…

Entre ellas encontramos a la mujer que lo encauzó en el mar denso del delirio, aquella mujer, descendiente del mar y del sol, que le enseñó la perfidia a cuatro bandas nacida de la práctica unilateral del amor:

Dama del Alba

Con tu niñez de golondrina haciendo el verano
inauguraste en mí el sendero del corazón
Espeso amor
Como la embriaguez del Stropharia
Reminiscente Moral Con ventana al futuro
Como la lenta tarde sequía
que es para mí la tarde de la vida
Como el río de barro de mi valle
que en invierno arrastraba animales muertos
Como la dicha pérfida de mi abuela
que se regocijaba en ser un monstruo
Furor de los años en tropel Pasos de la
Muerte
Ella caminaba indemne Solitaria en mi camino
Carne que te reemplazas

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