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Amada lectora, paciente lector, visitante que el viento de la internet ha traído a esta bitácora, es un gusto, ¡qué digo gusto!, es un orgullo anunciarte que terminé, después de dos largas semanas, el borrador del libro.
Te invito, por tanto y como preludio a este, a que leas el prólogo y me des tu opinión por los conductos que ya conoces (diegoninho@gmail.com o https://www.facebook.com/diegoninho).
Gracias por el apoyo.
Vienes caminando por la calle que cubre una sombra que crece vertiginosamente. Una llovizna imprevista o el empuje de la curiosidad te llevan a una librería que te aguarda aferrada al crepúsculo. Lees y relees títulos, autores, géneros hasta llegar a un libro de un autor tan desconocido como el título pero en quien hay algo en la asociación de palabras que te impulsa a desenterrarlo del estante en el que lleva minutos acechando tu mano. Le miras el lomo, la carátula, lo abres en la tercera página en la que aparece este texto que te lleva a la librería, al estante y a la ciudad en la que estás en este preciso instante pero esta vez desde los abismos de la imaginación de un individuo que tiene, al igual que tú, al igual que todos los seres humanos, todos los elementos de un personaje de novela y quien está navegando por los compases del Claro de Luna de Beethoven. Te sientes, en consecuencia, atraído por casualidades que quizás nos sean tal cosa sino líneas trazadas desde el comienzo de los tiempos por la mano de algún dios juguetón…
O quizás no te acerques por aceras o calles sino que te aproximes por los azares de un buscador. Miles de nombres corren, en consecuencia, por tus ojos a la velocidad que le imprime el dedo a la rueda del mouse. Te detienes en algunos autores famosos, o en textos desconocidos; contemplas portadas y sinopsis en busca de aquel compañero que quieres tener al margen de la cama, faro y guía en las noches de insomnio o compañero de viaje, quizás acertado y prudente consejero. Llegas, de pronto, a un libro que es igual a millones salvo porque él, en este lugar y circunstancia, acaba de nombrarte, robando, de ese modo, una sonrisa cómplice y toda tu atención…
Sea como sea, acá estamos, apreciada lectora, querido lector. Solos tú y yo. Es hora, por tanto, que te hable de lo que sigue, de lo que está más allá de estas palabras que buscan animarte, acaso por pertenecer al prólogo, a que leas el libro de tapa a tapa, de comienzo a fin, sin dar tregua a las reflexiones o, tal vez, dando espacio a las pausas necesarias para digerir alguna frase, algún callejón que te lleve a tu niñez, a un amor esquivo o a un naufragio de recuerdos.
Lo primero que debo decir de este libro es que es el resultado de cincuenta y tres meses de publicaciones en el blog que lleva el mismo título de este trabajo. En ese periodo de tiempo publiqué cuatrocientas sesenta y tres post, como se denominan en la jerga bloguera, de quienes seleccione noventa y dos que fueron discriminados en siete categorías. El criterio con el que elegí dichas categorías, arbitrario como toda discriminación, se ajustó a la evolución del blog: inició como un espacio para la reflexión y la divulgación, por llamarlo de alguna manera, de evocaciones y aspectos de mi vida. Este concepto, sin embargo, fue fluctuando hasta la irrupción de A más de mil kilómetros de ti , la primera blogonovela de la bitácora. A partir de ese instante el blog empezó a dar un giro hacia relatos e historias hasta arribar al veintidós de abril de dos mil nueve, día de la publicación del primer capítulo de Hablando Solo . Desde ese día Con Vocación de Espina se transformó en un lugar, con honrosas y bellas excepciones, para narraciones que giran en torno a temas de Amor-Desamor, Saudade, Epístolas y una especie de microrrelatos denominados Mínimas, acaso en oposición a las máximas que enseñan y educan.
Ahora bien, la distribución de los textos, a lo largo de cada categoría, es cronológica. Esta inicia, por tanto, en febrero de dos mi ocho (mes y año en el que se inauguró la bitácora), y terminan, en algunos casos, con textos de esta semana. El objeto de este trayecto es que tú, querido lector, tú, impaciente lectora, viajes por la evolución o retroceso, según tu criterio y gusto, de los textos en la misma dirección que viaja el torrente de este río caudaloso y escandaloso que algunos llaman Tiempo y otros tantos denominan, sin entrar en honduras técnicas, Vida.
Pasó, hechas las anotaciones (in)necesarias para comprender el criterio y las razones que tomé para que el libro tenga esta forma y orden, a la última oferta. Si mis palabras, amable lector, querida lectora, te han parecido adecuadas te invito a que te decidas a llevártelo a tu casa para que te acompañe en las noches en las que el sueño se escapa por las rendijas de las tinieblas o para que sea fiel compañero de los días en los que te asalte el tedio. Ahora, si aún no tienes dudas, te exhorto a que abras el libro y te detengas, llevado por los vientos del azar, en alguna página y leas el texto correspondiente. Si no te gusta simplemente lo cierras y lo dejas abandonado a su suerte pero, si sucede lo contrario, llévalo para que sea parte de tus jornadas, de tus noche y días, para que permanezca en los cajones de tu escritorio o alineado con otros textos, aguardando como el fiel amigo que espera en algún recodo de tu vida.
Muchas gracias por tu paciencia
Diego Niño
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