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Contemplo la procesión escondida atrás de un arbusto, para que no me vean tu esposa, tu hermana o tu mamá. Se ven tan tristes, tan acongojadas, como si una parte de su vida (acaso la más valiosa) se hubiera ido contigo al abismo de la muerte. Ellas siempre te imaginaron ajeno a los caprichos de la carne, a los dientes de la ira, a la traición…si supieran la clase de persona que fuiste en vida; la violencia con la que me hacías tuya en los moteles a los que me llevaste por años, las dos criaturas que nacieron de nuestra relación y los puños y patadas con las que decías defenderlas de mí (como si yo tuviera la capacidad de amenazar su estabilidad de oropel)… ¿Recuerdas cuando nos conocimos en la universidad? Yo era una niña incapaz de calificar la bondad de los humanos; llegó, al poco tiempo, aquello que las adolescentes ingenuas y los novelistas de tercera llaman amor y, después de él, la violencia (tú única arma) con la que me obligaste a acostarme con tus amigos para financiar el inicio de tu carrera de degradación… se escucha, mi querido capitán, la tierra golpeando tu cajón (¡cómo odio ese sonido que presagia el vacio eterno!). Empiezan a llorarte tus mujeres (entre quienes me incluyo a pesar de haberme prometido no concederte una lágrima de despedida). Los empleados lanzan paladas – tras, tras, tras- con el afán propio de los que dejan el aguardiente y la noche temblando en los labios de una mujer; no miran a nadie, simplemente lanzan la tierra contra la sombra del destino, sin la menor consideración con los dolientes. Una llovizna viscosa cae sobre la espalda de los obreros, sobre el dolor que roe la respiración de tus mujeres, sobre el odio que amenaza desbarrancarme, sobre la indiferencia del tiempo. Los jornaleros dan la última palada; recogen las herramientas y se marchan dando trancos urgentes. Los pocos asistentes se amparan, cuando la llovizna deriva en aguacero, en los árboles vecinos. Queda, en medio del tropel de personas corriendo, las coronas pisoteadas, tu esposa vislumbrando su estrenada condición de viuda y el olvido erosionando tu pasado…
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