Fuiste, a partir del día que el sida te ultimó en una cama del Memorial Hospital de Queens, quien me acompañó en la incertidumbre de los amores platónicos del bachillerato y el único, en años posteriores, que conoció la impotencia ocasionada por palabras nunca escritas o por besos aplazados. Numerosas fueron las ocasiones en las que llegaste puntual -como nunca lo hiciste en vida- a escoltar las noches etílicas en las que Giovanny y yo naufragábamos en un océano de evocaciones y desamores (tu voz, en aquellas jornadas de alcohol, se ensombrecía con la marcha de los tragos hasta adquirir el tono de hombre desdeñado que demandaba la ocasión), así como abundantes fueron los nombres de mujeres que se intercalaron en aquellos versos capaces de conmover al más retorcido de los humanos. Tengo la certeza- a pesar que no recuerdo si tuve el valor de dedicar canciones tuyas- que susurre, en noches fragantes a cigarrillo y cerveza, estrofas de Emborráchame de Amor o, en lances menos afortunados, astillas de No Cambiaré, en oídos de adolescentes remisas…
Hoy, cuando la vida me acorraló en la abstinencia etílica y en un destino de camisas de algodón, escribo las palabras que debí trazar al calor de un aguardiente –o, quizás, en el fragor de una conquista- para celebrar el aniversario de una amistad que nunca caerá en las emboscadas del olvido.
PD: adelanto la celebración gracias a compromisos impropios de aquellas noches de idilios con fecha de vencimiento…
amor+adolescencia+desamor+mujeres+desplome de los años+evocaciones+personal+Héctor Lavoe