Archivo mensual: junio 2010

A Héctor Lavoe

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Fuiste, a partir del día que el sida te ultimó en una cama del Memorial Hospital de Queens, quien me acompañó en la incertidumbre de los amores platónicos del bachillerato y el único, en años posteriores, que conoció la impotencia ocasionada por palabras nunca escritas o por besos aplazados. Numerosas fueron las ocasiones en las que llegaste puntual -como nunca lo hiciste en vida- a escoltar las noches etílicas en las que Giovanny y yo naufragábamos en un océano de evocaciones y desamores (tu voz, en aquellas jornadas de alcohol, se ensombrecía con la marcha de los tragos hasta adquirir el tono de hombre desdeñado que demandaba la ocasión), así como abundantes fueron los nombres de mujeres que se intercalaron en aquellos versos capaces de conmover al más retorcido de los humanos. Tengo la certeza- a pesar que no recuerdo si tuve el valor de dedicar canciones tuyas- que susurre, en noches fragantes a cigarrillo y cerveza, estrofas de Emborráchame de Amor o, en lances menos afortunados, astillas de No Cambiaré, en oídos de adolescentes remisas…

Hoy, cuando la vida me acorraló en la abstinencia etílica y en un destino de camisas de algodón, escribo las palabras que debí trazar al calor de un aguardiente –o, quizás, en el fragor de una conquista- para celebrar el aniversario de una amistad que nunca caerá en las emboscadas del olvido.

PD: adelanto la celebración gracias a compromisos impropios de aquellas noches de idilios con fecha de vencimiento…

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Carta al silencio de la noche (13)

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Hola.

Te recuerdo, tan sólo, como la mujer que no pierde el hábito de ser encantadora. Atrás quedaron, por tanto, los días en los que tu nombre tenía la facultad de narcotizar la nostalgia con el largo y minucioso inventario de alegrías compartidas (espero que no pienses que, al abandonarlas en el pasado, he dejado de celebrar la euforia de saber que alguna vez fuiste mía ni que desconozca las afortunadas esquirlas que dejó tu abandono). Algunas tardes (muy pocas, por cierto) envidio, sin embargo, a aquellos ojos que te verán como lo hice aquella noche de bohemia y a aquellos labios que experimentarán la embriaguez de besarte por primera vez (estos celos transitorios se desvanecen, para mi fortuna –y acaso para la tuya-, al cuarto taconazo del segundero).

Pienso, en vista de estos antecedentes, que es injusto sostener una relación en la que sólo queda el polvo de un amor imprudente, las cenizas de lo que nunca sucedió y la certeza de haber malogrado los rectos caminos de la amistad. Por ello te notifico que quedan cancelados todos los derechos concedidos por la gracia del noviazgo, así como todas las obligaciones que trae dicho ministerio (estas son, en consecuencia, las últimas palabras escritas en calidad de amante y la última vez que mi mente y corazón te concebirán como pareja).

Te envío, desde los abismos de la memoria, un abrazo inmenso.

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Pregunta # 7

Sabes que seré incapaz de proveerte amor sin espinas, felicidad a prueba de años, un rincón en el que podrás guardar secretos y recuerdos, un apartamento con vista al atardecer, una hipoteca a quince años, tres hijos con afán de libertad, años de ternura, millares de palabras, días de silencio, optimismo ciego, besos apasionados y caricias que te desmadejen el alma, a perpetuidad. Te daré, en lugar de ello, una cama que testificará noches de amor desenfrenado (todas contigo), una docena de escritos a tu nombre, dos manos torpes, una boca imprudente, un corazón con hemibloqueo arterosuperior, la incapacidad de obedecer, dos decenas de ecuaciones aprendidas en los días de ingeniería, amigos lenguaraces, familiares discretos y todo cuanto pueda conseguirse con el sudor de la frente…

¿Estarías dispuesta a compartir, ahora que el juego está sobre la mesa, todos los días (incluso los puntiagudos), todas las noches (aunque no todas estén consagradas al amor), todos los secretos (incluidos los que se marchitaron en la adolescencia), mi prontuario de excesos, mi inclinación a la inconstancia, mi melancolía a prueba de días felices y este amor abollado por el abuso de ilusiones, por lo que resta de vida?

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