Dedicado a Marjorie;
tierra que sostiene mis pasos;
refugio de mis aflicciones
y hoguera que enciende mi cuerpo
Tu sueño quedó capturado en mi memoria: estás boca abajo; tu cabeza – apoyada sobre el brazo derecho- navega en un naufragio de cabellos; tu pie izquierdo reposa sobre la rodilla derecha obligando a tu pierna a plegarse prodigiosamente. Siento el impulso de fotografiarte para que mis ojos puedan contemplarte cuando hayan depuesto la energía que los impulsó –a ellos y al resto del cuerpo- a recorrer más de mil kilómetros. Doy media vuelta; me detengo; giro y te observo de nuevo. Estoy seguro que en cuarenta años preferiré verte así desde la nostalgia –nunca desde la certeza-. Tu respiración se agita por la intromisión del teléfono. El repiqueteo da paso, un segundo después, a un silencio arenoso. Mis ojos se detienen, en ese instante, en tus hombros; se enredan en las turgencias a la vez que permiten que el matiz canela de tu piel los acaricie tiernamente. Quisiera acostarme a tu lado, pero me detiene el hecho que duermes en la cama de tu hermano. Sube, desde el primer piso, la fibrosa voz de él y con ella llega la certidumbre que fue tu voz quien nos unió. Curioso que ella tenga la capacidad de engendrar el amor que me tiene contemplándote en el sopor barranquillero. Giras violentamente quedando boca arriba. Contemplo tu pelvis subiendo y bajando dulcemente al tiempo que me regocija saber –o recordar- que una parte de mí palpitara, hasta esta noche, en tu interior (eso es, por lo menos, lo que afirma la ciencia). Las palabras empiezan a desfallecer en mi mente. Doy media vuelta para entregar este instante a la eternidad…
Marjorie+instantáneas+destino+desplome de los años+evocaciones