Pregunta # 6
Quisiera saber quién sufre más: tú que debes acostumbrarte a amaneceres sin ronquidos, atardeceres en los que tus manos van huérfanas de las mías y a noches sin temblorosas caricias; o yo que tengo que hacerme a la idea que estos dedos sólo deben servir para teclear, rascar o hurgar (nunca para acariciar); que estas manos sólo pueden trazar espirales en los pizarrones (jamás encrespar la mansa melena) y estos labios deben abstenerse de recitar a Bonifaz Nuño o Benedetti (sólo pueden hablar de la lemniscata de Newton o de las ecuaciones de segundo grado)… ¿Quién, vuelvo a preguntarme ante la perplejidad que genera la soledad, lleva la peor parte de esta separación?