Kid Pámbele

Pambele1

Se le ve por la calles de Cartagena o de Bogotá con la cabeza vacilando sobre un cuello delgado, raspando amarguras en cada esquina, alargando el brazo para acopiar las monedas con las que compra el vicio que lo acorraló en la última esquina del ring. Viejo, cansado y agobiado, se le ve sentado en los andenes aguardando el martillazo que dará inicio a un nuevo round.

Una tarde del 2006 sonó el campanazo. Esta vez el rival era un hombre altanero que le reclamó por saltarse la fila para ingresar al Estadio Once de Noviembre. Después de un intercambio verbal, un par de esguinces y un afortunado golpe en la mandíbula del joven (porque ahora todos son más jóvenes que él), tuvo que contemplar como este se enardeció y le propinó una paliza similar a la que le asestó Aaron Pryor el 2 de agosto de 1980. En la acera, golpeado, hambriento, la frustración empezó a contar sus derrotas: ¡Una!, ¡Dos!… El tiempo detrás de las cuerdas se reía de las ironías de la vida: el mejor Walter Junior en la historia del boxeo mundial acaba de ser vencido por cualquier hijo de vecino. ¡Seis! ¡Siete!… lo mejor que podía hacer era quedarse aferrado al pavimento hasta que la muerte se acordara de él… ¡Nueve!… con el último aliento se levantó y se fue a la esquina de sus viejas glorias para esperar el momento en el que la campana le dé una nueva oportunidad de ganarle a la vida por Knock Out.

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Archivado bajo calle, desplome de los años, miscelaneos, narraciones

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