La tentación es una amiga que visita mis aposentos en aquellos días en los que no es bienvenida. Esconde los cuadernos, las copias y los libros; explota las llantas o el radiador de los buses; me inflama los oídos y las amígdalas o atiborra el cielo de truenos y centellas. Luego, cuando me entrego a sus demandas, me abandona en un naufragio de materias perdidas, deudas impagables, sonrisas paganas y amores eternos…
Y afortunadamente, la tentación siempre se sale con la suya.
Saludos.
no hay, en efecto, lance en el que no haya salido victoriosa…
Saludos desde Bogotá