El sábado tuve la fortuna de ser invitado a esta tradicional reunión. En esta ocasión la anfitriona cedió las prerrogativas a uno de los asistentes para poder sentarse cómodamente a discurrir sobre las Lecciones de Jena impartidas por Hegel entre los años 1804 a 1806. En el momento en el que hablábamos de la dialéctica del trabajo el condumio estuvo dispuesto, razón que nos impulsó a cesar en la agradable charla para paladear las viandas (Estas se acompañaron de la ancestral cerveza y el novel aguardiente). Al término de la pitanza reflexionamos sobre el carácter en la “Ética” de Aranguren. En el punto más álgido L. C. se levantó a perorar largamente sobre la racionalización en Weber frente a todos.
Una amiga tiene, sin embargo, una versión que difiere de la mía en algunos puntos: la anfitriona no habló de las Lecciones de Jena entre los años 1804 a 1806 sino de las Aberraciones de Jenny entre el primer semestre del 2004 y el segundo del 2006. Después de “tragar como marranos” (con esas palabras se refiere mi amiga) hablamos toda la tarde de la falta de carácter de Aranguren y la poca moral de su novia. L.C., para finalizar, no disertó sobre la racionalización de Weber sino que balbuceó algunas palabras frente al inodoro antes de devolver las atenciones.
¡Hay que ver cómo cambian las cosas con aguardiente en la cabeza!
Aunque se modifiquen los puntos críticos de estas conversaciones, lo esencial en las palabras es que pocas veces nos hallamos con una pequeña sociedad secreta que imparte improperios y falsos menesteres mientras engulle carne asada y patatas propias de la región. Me he comprometido a continuar en esta labor, y considero necesario que a pesar que la muerte se atraviese entre los miembros de la sociedad, habrá asado como festejo de que en el infierno posee un ser inigualable…
Elsa; toda sociedad secreta se inclina a intrigar contra los ausentes y más si la charla se acompaña de viandas y alcohol. Lo que no me quedo claro fue aquello de “Me he comprometido a continuar en esta labor, y considero necesario que a pesar que la muerte se atraviese entre los miembros de la sociedad, habrá asado como festejo de que en el infierno posee un ser inigualable…”
Gracias por la visita y por el comentario
claro, que a pesar de la muerte, haremos parranda despues de las lágrimas y las caras largas, despedir a un amigo será con alegrías de que lo conocimos y es nuestro amigo a pesar de su ausencia.
El muerto al hoyo y el vivo al baile. Estamos de acuerdo.
Asi que era con el inodoro que estaba hablando…
ya me sorprendia que no me respondiera mis lucidos comentarios sobre filosofia clasica.
Al contrario amigo Vidal: recuerde que cada vez que bajaba la cisterna usted decía: “no más aplausos por favor”
definitivamente no me vuelvo a perder un asado…. y hasta tal vez logre culturizarme 1 poco hablando de hegel … o jenny?
Juliana: la utilidad de asistir a los asados no es precisamente ilustrarse sino evitar que sea uno el que esté en boca de los comensales: ellos, como te imaginarás, devoran con la misma facilidad carne y dignidades. Por ello, como te decía, lo mejor es asistir para asegurarse que el buen nombre continúe con las letras en su lugar.
Un abrazo Julianita